A pesar de ello, Jaén ha dejado de ser región de actuación preferente porque estadísticamente Andalucía ya no es Objetivo Uno
Metidos ya en pleno ‘mercadeo’ de voluntades electorales, a dos semanas vista de decidir quiénes nos representarán en los conventículos bruselianos, donde se toman el ochenta por ciento de las decisiones que afectan a nuestra vida diaria –al menos eso dice Rajoy en la atenta carta que han recibido estos días todos los jienenses en su buzón–, ha llegado el momento de preguntarnos ¿en qué nos parecemos a los europeos? Pues más allá de compartir la misma moneda, y a punto estuvo de fastidiarse el invento hace un par de años, en poco. Y no me refiero al aspecto físico –véanse diferencias más que aparentes entre un señor de Pegalajar y otro, por ejemplo de Kiruna, al norte de Suecia–, sino a la diferencia de doblones que, por término medio, tienen en su bolsillo los ciudadanos de la Unión Europea y los de Jaén. Dicen que las comparaciones son odiosas.Pues sí, echando un vistazo a los datos de aquí y de acullá, en efecto odiosas. Mientras que el Producto Interior Bruto per cápita en la UE se sitúa en los 25.500 euros según Eurostat, aquí no pasamos de los 15.600 según el INE. Unos treinta y ocho puntos de diferencia que evidencian, una vez más, que aquello de la ‘cohesión territorial’ suena a chiste malo. Y llevamos ya veintiocho años en el intento.
¿Qué pasa? Pues que por aquello de los caprichos estadísticos, ‘la cosa’ aún puede ir para algo. Les explicó. La UE establece una serie de zonas de actuación preferente para que los más atrasados se equiparen con los más prósperos. O al menos, que se acerquen a ese promedio antes citado de los 25.500 euros. Se llaman Regiones Objetivo 1 y tienen la consideración aquellos territorios, en el caso de España las comunidades, cuyo PIB por ciudadano esté por debajo del 75% de ese común denominador.Y aquí viene el problema. Andalucía ya está felizmente por encima del 75% –básicamente porque las medias comunitarias han bajado tras la incorporación de los países del Este de Europa–, pero Jaén, que como todo el mundo sabe forma parte Andalucía, no. Sigue por debajo. O para ser rigurosos, sigue muy por debajo. Y no hablamos tan solo de esa brecha de treinta y ocho puntos, sino que en localidades de Sierra Mágina, El Condado o la Sierra de Segura, en total unos cuarenta y cinco núcleos, nos vamos hasta los cincuenta puntos de distancia. Éste es uno de los argumentos que se repiten durante estos días para que la gente deposite su voto de forma mayoritaria en los comicios del próximo 25 mayo. Para tener poder decisión, en teoría, para cambiar esto.
Jaén ya ha dejado de tener la consideración de ‘pobre oficial’ –en España solo tienen esta consideración Cáceres y Badajoz–, lo que significa que en el marco financiero actual, entre 2013 y 2020, recibirá menos fondos estructurales pese a que, en la práctica, los sigue necesitando más que nadie. Ahora Andalucía, y por ende Jaén, entran en una especie de régimen transitorio para los que han rebasado el 75% y tienen ya la meta de alcanzar el 90%. Eso sí, con menos respaldo respecto a los que están más atrás.
Francisco Reyes, presidente de la Diputación, administración que precisamente está desarrollando planes de actuación especial en El Condado o Sierra de Segura, considera que «a tenor de todas estas cifras, debe existir una discriminación positiva hacia Jaén para que siga beneficiándose de esos estímulos que faciliten la convergencia».
Metidos ya en pleno ‘mercadeo’ de voluntades electorales, a dos semanas vista de decidir quiénes nos representarán en los conventículos bruselianos, donde se toman el ochenta por ciento de las decisiones que afectan a nuestra vida diaria –al menos eso dice Rajoy en la atenta carta que han recibido estos días todos los jienenses en su buzón–, ha llegado el momento de preguntarnos ¿en qué nos parecemos a los europeos? Pues más allá de compartir la misma moneda, y a punto estuvo de fastidiarse el invento hace un par de años, en poco. Y no me refiero al aspecto físico –véanse diferencias más que aparentes entre un señor de Pegalajar y otro, por ejemplo de Kiruna, al norte de Suecia–, sino a la diferencia de doblones que, por término medio, tienen en su bolsillo los ciudadanos de la Unión Europea y los de Jaén. Dicen que las comparaciones son odiosas.Pues sí, echando un vistazo a los datos de aquí y de acullá, en efecto odiosas. Mientras que el Producto Interior Bruto per cápita en la UE se sitúa en los 25.500 euros según Eurostat, aquí no pasamos de los 15.600 según el INE. Unos treinta y ocho puntos de diferencia que evidencian, una vez más, que aquello de la ‘cohesión territorial’ suena a chiste malo. Y llevamos ya veintiocho años en el intento.
¿Qué pasa? Pues que por aquello de los caprichos estadísticos, ‘la cosa’ aún puede ir para algo. Les explicó. La UE establece una serie de zonas de actuación preferente para que los más atrasados se equiparen con los más prósperos. O al menos, que se acerquen a ese promedio antes citado de los 25.500 euros. Se llaman Regiones Objetivo 1 y tienen la consideración aquellos territorios, en el caso de España las comunidades, cuyo PIB por ciudadano esté por debajo del 75% de ese común denominador.Y aquí viene el problema. Andalucía ya está felizmente por encima del 75% –básicamente porque las medias comunitarias han bajado tras la incorporación de los países del Este de Europa–, pero Jaén, que como todo el mundo sabe forma parte Andalucía, no. Sigue por debajo. O para ser rigurosos, sigue muy por debajo. Y no hablamos tan solo de esa brecha de treinta y ocho puntos, sino que en localidades de Sierra Mágina, El Condado o la Sierra de Segura, en total unos cuarenta y cinco núcleos, nos vamos hasta los cincuenta puntos de distancia. Éste es uno de los argumentos que se repiten durante estos días para que la gente deposite su voto de forma mayoritaria en los comicios del próximo 25 mayo. Para tener poder decisión, en teoría, para cambiar esto.
Jaén ya ha dejado de tener la consideración de ‘pobre oficial’ –en España solo tienen esta consideración Cáceres y Badajoz–, lo que significa que en el marco financiero actual, entre 2013 y 2020, recibirá menos fondos estructurales pese a que, en la práctica, los sigue necesitando más que nadie. Ahora Andalucía, y por ende Jaén, entran en una especie de régimen transitorio para los que han rebasado el 75% y tienen ya la meta de alcanzar el 90%. Eso sí, con menos respaldo respecto a los que están más atrás.
Francisco Reyes, presidente de la Diputación, administración que precisamente está desarrollando planes de actuación especial en El Condado o Sierra de Segura, considera que «a tenor de todas estas cifras, debe existir una discriminación positiva hacia Jaén para que siga beneficiándose de esos estímulos que faciliten la convergencia».
FUENTE:IDEAL
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