viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Evolución o involución: y Jaén?

La evolución como motor de la historia es una ideología que tiene raíces bien profundas pero no está probada por la realidad. Con nuestra manía del progreso (quizá de hegeliano origen) pensamos que no se puede volver atrás. Pues claro que se puede ir para atrás, sobre todo en términos relativos. Miren, si no, Portugal. O Jaén. La decadencia es algo habitual en los Imperios, países y pueblos.
Creemos que la economía y la sociedad avanzan casi de una forma natural, automática, biológica. Más carreteras, más autos, más móviles, más televisiones de plasma, más productos y consumo –barato-, y en eso ciframos el progreso.

Yo tengo dudas sobre si de verdad estamos evolucionando. Y en la provincia de Jaén, tengo muy serias dudas. Jaén, agreste y romana, de sierras y olivares milenarios, sigue en la cola de España, como cuando don Luis Bello visitó las escuelas hace noventa años.

Cierto que hay hospitales (algunos no terminados, como el de Puente de Génave), que hay institutos y colegios gratuitos, que algo se ha hecho para el reciclaje y los desagües (a medio hacer, como entre Hornos y La Puerta de Segura). Aldeas accesibles, algunos paisajes más protegidos, muchas cosas han cambiado.

"Yo veía mujeres en andrajos con niños descalzos pedir pan seco y pringue"

Hace cincuenta años faltaba comida, sanidad y educación. Yo veía mujeres en andrajos con niños descalzos pedir pan seco y pringue –restos de aceite frito y grasa de cerdo- por las cortijadas, chavales de mi edad me pedían pan si me veían merendar en el portal.

Pero todo es relativo; hay que ver cómo han evolucionado otros lugares de España. Mucho más. Y además, habrá que preguntarse un día a qué precio, cuánto han costado de verdad las obras, quién se ha lucrado, etcétera.

La cultura del subsidio, el monocultivo y el clientelismo político dañan la provincia de Jaén. La ha hecho aun más dependiente. Ha hecho estragos no sólo en la economía, renqueante y a remolque, sino, lo que es peor, en la mentalidad y en la ética del trabajo. Los trabajadores de verdad están indignados con los abusos de sus vecinos que viven del paro, arregostados, como se dice.

Mas cuando veo en la provincia jóvenes trabajando, alegres, sonriendo, amables, pienso que que hay esperanza, que todos estos clientelismos no han hecho demasiado mella; bastará que se vayan, se larguen o los echen, bastantes alcaldes, consejeros, para que la provincia se recupere. Hay que quitarle esa chapa de plomo que es la administración autonómica y sus adláteres.

Porque en Jaén es más fácil apuntarse al paro que crear un negocio. La intromisión de las Administraciones ha cercenado y obstaculizan el impulso creador de las gentes. Cuando no hay gasto o pura ayuda –a menudo con favoritismo- de la Junta de Andalucía, no hay nada. Y si hay atisbos de inversión privada, las trabas burocráticas de la misma Junta y de los Ayuntamientos, ya se encargan de desanimar al inversor.

En Jaén, y en Andalucía, el deporte nacional es el agravio comparativo y la culpa de todo la tienen siempre otros: Madrid, los catalanes, los señoritos (¿?), los italianos, la Unión Europea, etc, etc. Y, mientras, los millones de ayudas europeas, el nefasto Plan E, engullidas no se sabe muy cómo ni dónde. ¿Será porque, como se desgañitaba un tal Valdivielso, a la sazón delegado de Obras Públicas de la Junta y pariente de un gerifalte omnímodo que aún sigue en el machito: “esto es el patio trasero de los señoritos de Madrid”?

¿Es evolución seguir con el monocultivo milenario de la aceituna con mano de obra extranjera porque no encontramos trabajadores locales a pesar del 35% de paro? ¿Es evolución la clásica cantinela de que los italianos se llevan nuestro aceite? (ojo, lo compran, no lo roban).¿Dejar que desaparezcan las abejas? ¿Descuidar los montes? Todo sigue parecido, a pesar de la ‘evolución’.

El déficit cultural jiennense es grande, comparado con otras provincias andaluzas: ¿dónde, por ejemplo, esos escritores como los de la sierra de Huelva que organizan actos y encuentros sin adscripción política y sin apoyos ni subvención?

Como los del poder (el mismo partido desde hace 34 años, en régimen de partido único, de hecho) siempre tienen razón y nunca dudan, también hay un enorme déficit democrático: no hay igualdad ante la ley (veánse las licencias de construcción en el Parque Natural de la Sierra de Segura), nadie responde, nadie contesta, nadie informa y los ciudadanos no pintamos nada, salvo si se tiene carnet del partido. Hay un problema de dominación, al igual que hace cien años con el caciquismo. Ahora los caciques son otros, se dicen de izquierda, pero ahí están, impertérritos y encantados de haberse conocido.

Bueno, mientras, nos seguiremos deleitando con sus paisajes, con el buen aceite, con miel de sus sierras, con el perfume de sus montes y hablando con la gente, de lenguaje castellano con acento, gracia y antigüedad (un día hablaremos de la variedad de acntos y formas de hablar dentro de la provincia). Cosas que todavía la Junta de Andalucía no ha podido cargarse.

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