domingo, 18 de enero de 2015

Villarrodrigo y Peñolite celebran las tradicionales hogueras de "San Anton"

El municipio de Villarrodrigo celebra, durante el fin de semana, la festividad de San Antón, muy concurrida este año, en la que no faltó, en el ciclo festivo, las hogueras que se prenden en distintos lugares del pueblo. En torno a “los fuegos” se degustan las típicas viandas de la comarca y las patatas asadas aderezadas con sal y pimienta. Ayer, como es costumbre y manda la tradición, se repartieron las llamadas “caridades de San Antón”. Los productos en cuestión consisten en unas grandes roscas de pan que se entregan en la iglesia parroquial de San Bartolomé.
Fieles y vecinos recibieron la conocida comida justo al concluir la ceremonia religiosa, que fue oficiada por el párroco, José Manuel Pancorbo Ortega. Anteriormente se celebró la procesión, a la que asistieron el alcalde del municipio, José Ángel Oliva, y el diputado provincial de Recursos Humanos, Ángel Vera.

Por otro lado, en Villarrodrigo, desde antaño existe la costumbre de pasear a los animales de servicio de cada casa alrededor de la iglesia. El “gesto” es una señal de acción de gracias al santo por la protección que cada año les da.
 
Peñolite. 
Vecinas de Peñolite con la tradicional cuerva y Palomitas
En el término municipal de Puente de Génave, en la aldea de Peñolite, en la víspera de San Antón, se prendió una lumbre en la popular plaza de las Moreas. Fue desde primeras horas de la tarde hasta bien entrada la noche. Paralelamente, en el centro social de la aldea, los intérpretes Los Romeros amenizaron la jornada con un repertorio musical para la ocasión. Cabe destacar que el Ayuntamiento, representado por su pedáneo, Sebastián Bustamante, entregó a vecinos y visitantes “palomitas” y la típica bebida de “cuerva”. Particulares donan elementos para su elaboración. Por otro lado, el sábado, en la aldea, la imagen de San Antón recorrió las calles después de la celebración de la santa misa.
Antes de la comida se procedió al popular sorteo de “San Antón”: un lote de embutidos “Peñolite” —valorado en 150 euros—. Es una rifa que sustituye a la tradicional del “gorrino”, que años atrás se soltaba por las calles de la aldea y era alimentado por los propios vecinos en los días previos a la celebración de las fiestas. Después se sorteaba entre los asistentes. La fiesta concluyó con la comida donde cada vecino —o grupo de personas— asó en las ascuas de la lumbre de la noche anterior, aún “con vida”.

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